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sábado, 22 de mayo de 2010

Sociedad Argentina de Historiadores, Homenaje al Bicentenario de la Patria.

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La Sociedad Argentina de Historiadores, con el final de las palabras “Al lector”, del libro “HISTORIA DEL 25 DE MAYO, NACIMIENTO DE LA LIBERTAD Y DE LA INDEPENDENCIA ARGENTINAS”, (Editorial Claridad, 1960, -444 páginas-) de nuestro fundador el Académico doctor Enrique de Gandia, brindamos nuestro Homenaje al Bicentenario de la Patria.
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Esto fue la llamada Revolución de Mayo: juramento, de rodillas, de Fidelidad a Fernando VII, para no caer bajo el yugo del despotismo napoleónico (odio a las tiranías), no ser absorbidos por Portugal (nacimiento de nuestro nacionalismo), gobernados de acuerdo con una constitución (origen de nuestro carácter de nación constitucional), dejar al pueblo la autodeterminación de sus actos (destino de nuestra democracia), y avanzar en la historia de acuerdo con la más completa libertad (definición de nuestro liberalismo), y con la plena responsabilidad de nuestros actos (esencia del catolicismo que hace a los hombres dueños de sus acciones).
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Todo como había sostenido Carlos V frente a Lutero, como habían hablado los teólogos españoles en Trento, como había establecido la cédula de 1537 traída por Alonso Cabrera a Buenos Aires, como se había enseñado, con Santo Tomé en la mano, en las universidades criollas, como habían gritado y peleado los comuneros, en el Paraguay durante diez años y como habían sostenido los pobladores de Corrientes, en el Cabildo Abierto del 30 de octubre de 1764 cuando revivieron las enseñanzas de los comuneros y se levantaron contra un gobernante indeseado, con palabras como estas:
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“Se debe obediencia a un gobernante, pero no a un tirano”; “El vecindario tiene el derecho de nombrar sus autoridades” y –habla el maese de campo José González-: “Defenderemos nuestra patria y sabremos defenderla aunque sea contra el rey”. Eran las leyes españolas que daban al pueblo, de acuerdo con la teología, su autogobierno cuando las legítimas autoridades habían desaparecido.
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Por ello Mayo de 1810 es el Mayo de 1808 en Madrid y el Mayo de 1809 en Chuquisaca, que fueron revoluciones en los hechos callejeros, confluencias de mil fuerzas políticas en realidad. Mayo tanto el de 1810 como el de 1809 y el de 1808, es teología tomista, leyes de Partida, política del Partido Republicano Español de 1773, política napoleónica de afrancesados y anti afrancesados, y algo de masonería; en una palabra: liberalismo frente al absolutismo, en sus sucesivas formas de populismo frente al napoleonismo, imposición del Consejo frente al sistema de Juntas y constitucionalismo frente al despotismo.
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No es Revolución Francesa, no es influencia británica, no es odio de razas, no es mercantilismo. Un mundo de nuevos estudios barre con los antiguos y axial llegamos a darnos cuenta que Mayo es la prolongación de los ideales liberales de la responsabilidad y libre voluntad que desde Carlos V, el Concilio de Trento, la cédula de 1537 y los comuneros paraguayos y correntinos representó la esencia y el carácter de la política americana; es la repetición de las doctrinas sobre el gobernante indeseado del doctor Benito González de Rivadavia; es la autodeterminación de los pueblos hispanoamericanos que significó la guerra guaranítica de las misiones rebeldes; es la convicción que todo católico que solo a él le corresponde elegir entre el bien y el mal; es el alma de la España liberal encarnada en el alma de América, y es el alma de América que no quiso ser francesa ni portuguesa ni inglesa primero, ni seguir bajo un régimen absolutista después, por su amor de 300 años de libertad.
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Mayo es un esfuerzo anónimo como el de todas las ciudades y poblaciones de España y de América que se levantaron en contra de Napoleón y a favor de Fernando VII.
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Quienes deseen nombres de personas, que los busquen. Si son investigadores honrados los encontrarán, como los hemos encontrado nosotros; pero fuerzas oscuras jamás le permitirán que tengan una estatua por que la historia -no se olvide que equivale a vida- no siempre es justicia; más frecuentemente es engaño, infamia, y la vida, es decir la historia, corre impasible entre quienes, sabiéndolo o no sabiéndolo, luchan a favor del mal y quienes, como sombras de Quijotes burlados y escarnecidos, dedican su juventud –y su vejez- al bien y a la verdad”.
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Enrique de Gandia.
Pinamar, marzo de 1960.
-Homenaje en Mayo de 2010-
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